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Foto del escritorastrogranada

En estos días… (el Solsticio de Invierno)


Permitidme que empiece esta pequeña digresión con unas palabras más que gastadas en el contexto en el que se envuelve este tema, no sólo esto sino que seguramente las repetiré en más de una ocasión …

En estos días las luces empiezan a invadir las calles, música y cánticos reviven para atronar tímpanos y saturar todos los gustos. Acompañando todo esto, nos recuerdan que algo sucede tradiciones propias y extranjeras, aunque la condición global hace que las palabras “propio” y “extranjero” diluyan sus fronteras hasta ser irreconocibles.

La civilización occidental ha cogido siempre posición preferente a la hora de encarnar la palabra “Invierno” y sus connotaciones, así, los símbolos culturales del invierno se han impuesto en todo el mundo a pesar de que mientras en el Norte de Europa, lugar donde arraigaron las tradiciones de San Nicolás, es pleno invierno en otras zonas del mundo mas ecuatoriales no hay posibilidad de ir vestido con trajes tan abrigados, ni la nieve es un fenómeno meteorológico fácil de ver a través de ventanas escarchadas; por añadidura mientras es invierno en el hemisferio Norte paradójicamente es verano en el hemisferio Sur.

Sin embargo obviando estas consideraciones el que en estos días del año en una buena parte del mundo todo parezca detenerse y que esto haya ocurrido a lo largo de miles de años… no es casualidad.

Hoy en día vivimos en la herencia de nuestro pasado, lo sepamos o no, y en este pasado hubo hombres con más tiempo para detenerse y observar (y pensar sobre todo lo observado) que concluyeron que el Sol recorría cíclicamente el cielo y que este ciclo no sólo tenía una duración determinada sino que el camino recorrido en una época era más largo y en otra más corto, afectando a la duración del día. Tras los días de la época estival, de mayor duración, estos días se iban acortando dando mayor duración a las noches. Este avance de la oscuridad continuaba mientras el Sol hacía día a día un recorrido cada vez más tendido sobre el Sur, hasta un momento en el que este avance parecía detenerse e invertirse. El Sol, por alguna extraña razón se detenía. En latín “Sol sistere” significa “parada del Sol”, de ahí “solstitium” y el vocablo actual “Solsticio”. Este hecho imbuido de la mitología de cada cultura suponía un milagro, un renacimiento, si se quiere un triunfo de la luz sobre la oscuridad cada una de ellas encarnada en las deidades correspondientes, una nueva oportunidad concedida para cosechas, ganaderías y para la vida en general.

Recorrido del Sol en Invierno y Verano para una localización como Granada.

El mes de Diciembre era el décimo (y último) del calendario romano hasta la época de Julio César, hasta entonces los desajustes del año provocados por un año de diez meses se corregían sobre la marcha con días o meses extra según los cálculos de los astrónomos y según conviniese por motivos en general políticos. Ante este desorden Julio César encargó al astrónomo Sosígenes un calendario más preciso que acabara con la aleatoriedad de la fecha en la que se vivía, el calendario Juliano. En poco tiempo los nuevos dos meses fueron bautizados como Julio, en honor al general romano y Agosto en honor al que poco después fue el primer emperador de Roma, Octavio Augusto.

Las celebraciones de la antigua Roma de la llegada del invierno incluían las fiestas de las Saturnales (en honor a Saturno), fastos que aprovechaban la reducción de tareas en las cosechas para conceder a esclavos y trabajadores del campo unos días descanso. En estos días oscuros se encendían luces para celebrar el fin de los días cada vez mas cortos (y seguramente para alumbrarse), seguidamente a estas fiestas se celebraba el Sol Invictus el 25 de Diciembre, para conmemorar el triunfo del Sol, que a partir de ese momento ganaría unos minutos de luz cada día (un amigo recordaría a su abuela y diría que cada día se ganaría “una pisaica de gallina”).

La cristianización del Imperio transformó muchas de las festividades atribuidas a los anteriores dioses a los nuevos tiempos, sub sole nihil novi est. De las que más se resistieron al cambio por lo conveniente para la población de sus ventajas originales fueron las Saturnales y la del Sol Invictus, que finalmente fueron sustituidas por una celebración principal del credo cristiano, el nacimiento de Cristo, aunque el sentido común indicara que los sucesos que rodeaban el escenario del nacimiento de Jesús en Belén, con pastores y rebaños por la zona a la intemperie, fueran más acordes a una época del año con un clima más bonancible.

Pero más allá de la cultura y la mitología de otros tiempos ¿qué propicia que el movimiento aparente del Sol se comporte de esta manera?

En estos días cobra especial importancia una cifra que resume el inicio de todas las explicaciones que se pueden dar; esa cifra es: 23,5º (siendo exactos el valor preciso sería 23º 27′ 8,26”). Estos grados son la inclinación del eje terrestre en torno al cual gira el orbe. Como número cobra importancia en cuanto que es una constante, gracias a la conservación del momento angular y aunque el eje de la Tierra gire lenta pero inexorablemente (completando una vuelta cada 25.767 años) la inclinación siempre es de 23,5º.

Por otro lado esta inclinación, como se ha comentado, gira muy lentamente de modo que aparentemente el polo Norte celeste queda enclavado (en nuestros días) en la Estrella Polar, α Ursae Minoris. Si la Tierra en su giro anual alrededor del Sol conserva esta inclinación quiere decir que expone al Sol un hemisferio en unos puntos del recorrido más que en otros. Desde el duro suelo esta exposición más prolongada al Sol se traduce en días más largos y noches más cortas en verano, y días cortos y noches largas en invierno, en el días con un recorrido más “alto” respecto al horizonte en verano y más “bajo” en invierno.

El eje de la Tierra apunta más directamente al Sol en los Solsticios, ya sea desde el polo Norte o el polo Sur, provocando en los polos el Sol de medianoche en los veranos polares. El Solsticio es el momento del año en el que el eje de la Tierra para un observador desde la perspectiva del Sol se vería totalmente vertical (es sólo un efecto de perspectiva puesto que la recta viene hacia nosotros con una inclinación de 23,5º), y esto suele ocurrir en torno al 21 de Diciembre y Junio.

En los Equinocios los días se igualan a las noches (“aequinoctium”: igual noche), y el eje terrestre se pone de perfil respecto al Sol, en este momento veríamos desde el Sol la inclinación del eje en verdadera magnitud.

Curiosamente es una cuestión de la duración del día provocada por la inclinación del eje lo que hace que la temperatura suba en verano y baje en invierno. Las horas de soleamiento abundantes por los largos días de verano calientan la atmósfera dando temperaturas medias más altas, en invierno la escasez de estas horas de soleamiento hace bajar el mercurio. Esta explicación es válida para las estaciones de ambos hemisferios (allá donde las haya). Nada tiene que ver con nuestras estaciones una posición relativa más cercana o lejana al Sol. La órbita de la Tierra aunque es una elipse, es muy poco excéntrica y se aproxima bastante al círculo. Este “bastante” supone sólo una diferencia de unos cinco millones de kilómetros entre el punto más lejano y más cercano al Sol y una vez más la realidad aleja las ideas preconcebidas, puesto que el momento en que la Tierra está más cercana al Sol es en Enero, pleno invierno en el hemisferio Norte.

Además la creencia de que el invierno coincide con el máximo alejamiento de la Tierra respecto al Sol cae por su propio peso al considerar que un invierno en un hemisferio coincide con el verano en el opuesto, y todos habitamos el mismo planeta.

En cualquier caso frías temperaturas o frías explicaciones no quitan al Solsticio de invierno ese mensaje de renovación que ya percibieron nuestros antepasados a lo largo de todo el globo. La luz vuelve a nosotros en el Solsticio de invierno, débilmente pero de modo constante (como la promesa de un hombre en un recién nacido), alejando la oscuridad que poco a poco nos había invadido.

Puede que la frase más elocuente en mi opinión respecto a lo que sucede en el Solsticio de invierno pertenezca al héroe de ficción Doctor Who, quien dice que ,en estos días, estamos “a medio camino, saliendo de la oscuridad”.

Por cierto…felices días a todos.

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