Una de las características que hace grande la astronomía amateur son las voces que encuentras en ella, en medio de la oscuridad, haciéndote saber que no estás solo.
En una ocasión crucé una conversación con una persona con igual afición que la mía en torno a la astronomía. Tardamos en darnos cuenta por anécdotas, fechas y lugares coincidentes que en realidad ya nos conocíamos desde hacía unos años pero no nos habíamos visto las caras a la luz del día. Curiosa amistad, si se puede llamar así, en la que lo de menos era conocernos por nuestros rostros. Esto es más común de lo que parece puesto que en las observaciones astronómicas en medio de la oscuridad, lo que sabemos es que tenemos cerca a gente con la misma afición, las luces artificiales limitan su uso a lo necesario para salvaguardar la seguridad de caminar o al buscar alguna pieza del equipo en concreto, por ello la lectura “Braille” de nuestro equipo se convierte en la habilidad más desarrollada, hasta tal punto que por respeto a la adaptación a la oscuridad que los circundantes hayan ganado en sus pupilas nunca un haz de una linterna se dirigirá a la cara de un compañero, de ahí nuestro desconocimiento facial. Los pequeños pilotos rojos de los equipos, como ascuas mortecinas, marcan la cercanía a otros telescopios, o como se dice en el gremio a otras estaciones de observación, estas balizas de posición te dan una idea de la cercanía o lejanía del compañero o grupo de compañeros, el resto es oscuridad.
En la oscuridad de la noche uno podría sentirse solo, pero son las voces de colegas cercanos las que hacen compañía y llenan el vacío, pero qué dicen estas voces. La respuesta podría resumirse en pocas palabras que abarcarían la totalidad de lo que allí se oiría: “universo”, “consejos” y “¡guau!” Las conversaciones que allí se oyen hablan del universo, de la técnica que utiliza cada uno para observarlo, del equipo utilizado y por supuesto de qué observar, rellenando las lagunas de conocimiento de los demás descubriéndoles maravillas nuevas en la bóveda celeste, lo que fisiológicamente suele venir acompañado de un sonoro “guau” (en el caso más educado y políticamente correcto) que llena la noche y normalmente llama la atención de los demás e invisiblemente dibuja una sonrisa en sus rostros.
Jose Luis Comellas dice: “La astronomía hace buena gente”. Puede que la oscuridad nos reúna en grupos en los que apoyarnos, sabedores de nuestra indefensión en tales condiciones de luz, puede que conocer vagamente lo vasto de este universo nos imbuya de humildad y solidaridad hacia el resto de los de nuestro género, puede que las estrellas irradien algo más que luz, quién sabe.
En la oscuridad del universo la Tierra avanza sola, imperturbable y templada al calor de un ascua nuclear. Esa soledad tal vez un día se vea mitigada al encontrar entre las estrellas algo más que luz, o luz con otro contenido, luz con voces de otros solitarios pobladores de otro pedrusco al calor de otra pavesa lejana, voces de “buena gente” también, voces de un colega en estación, voces que llenen el vacío entre nosotros, unas palabras en la oscuridad que hablen de la indefensión de la vida ante el universo, que destilen humildad y solidaridad entre los de una misma condición (la de los seres conscientes de su entorno, los que tienen los ojos abiertos en la oscuridad), reunidos por la oscuridad, sin rostros concretos, voces con las que crucemos información acerca del maravilloso universo que nos une, tal vez esas palabras nos den a la humanidad una visión nueva con la que exclamar al unísono: “guau”, tal vez proveamos nosotros de un “guau” a esas voces, tal vez el mayor “guau” que jamás oigamos sea con motivo de oír nuestras respectivas voces, tal vez esto ponga finalmente una sonrisa en el rostro de la humanidad.
Hoy, ese cruce de información, esas voces que llenan el azabache centelleante, ya ocurre, entre la condición humana al menos, en algunas noches despejadas cuando al calor de una afición común unos amigos de estación se encuentran en la necesaria oscuridad para asombrarse con aquello que les une, este maravilloso universo.